Soka Gakkai Internacional
La
Soka Gakkai Internacional (SGI) es una ONG nivel global con más de doce
millones de budistas laicos presente en 192 paises y territorios del mundo. Los
miembros de la SGI del orbe entero aplican en sus vidas cotidianas las
enseñanzas del Sutra del Loto, expuestas por el sacerdote japonés
del siglo XIII, llamado Nichiren Daishonin.
La
doctrina budista del Sutra del loto sostiene que, así como las flores
de loto son capaces de crecer en aguas turbias, todas las personas son capaces
de manifestar la naturaleza de buda de la misma manera. Es decir, todo ser
humano puede extraer la valentía, la sabiduría y la compasión para superar los
obstáculos y los infortunios de la vida y experimentar felicidad y
satisfacción. Mediante la práctica del budismo de Nichiren Daishonin, las
personas viven un proceso de transformación y fortalecimiento interior
denominado “revolución humana”. Como budistas comprometidos con la sociedad,
los miembros de la SGI se esfuerzan en crear valor en todas las circunstancias
y en contribuir al bienestar de los demás. Los temas centrales de las
actividades de la SGI son la promoción de la paz, la cultura y la educación.
Sobre
la creación de la Soka Gakkai Principios
Educativos.
Primer Presidente de la Soka Gakkai, Sr. Tsunesaburo Makiguchi
Primer Presidente de la Soka Gakkai, Sr. Tsunesaburo Makiguchi
Tsunesaburo
Makiguchi (1871-1944) fue un educador, escritor y filósofo. Fundó la Soka
Kyoiku Gakkai (antecesora de la Soka Gakkai) en 1930. Como educador, Makiguchi
se opuso férreamente a las autoridades represivas del Japón y a la prácticas
pedagógicas de la época, con el ideal de introducir en la enseñanza enfoques
más humanísticos y centrados en el bienestar del ser humano. A raíz de ello,
fue forzado a retirarse antes de tiempo de la carrera educativa, y
posteriormente, fue enviado a prisión por oponerse a la política del régimen
militarista. Murió en presidio a causa de la desnutrición, a la edad de setenta
y tres años. Sus teorías educativas humanísticas han adquirido reconocimiento
internacional de manera póstuma.
Durante
la mayor parte de su vida, Tsunesaburo Makiguchi se ocupó de la reforma del
sistema educativo japonés que, a su entender, no fomentaba el pensamiento
independiente, la creatividad y la felicidad de los alumnos. Él creía que la
educación debía estar al servicio de las personas en lugar de satisfacer las
necesidades del estado. Sus ideas pedagógicas y su teoría de la creación de
valores (soka) que forma la base de su filosofía, se
exponen en su obra de 1930, titulada Soka Kyoikugaku Taikei (Sistema pedagógico para la creación
de valores). Las perspectivas de Makiguchi contradecían categóricamente la
política del gobierno militarista, que priorizaba el adiestramiento de
individuos que se subordinaran sumisamente al estado.
Revolución
religiosa
En
1928, a la edad de cincuenta y siete años, Makiguchi conoció el Budismo de
Nichiren Daishonin, y encontró en su planteamiento holístico una perfecta
coincidencia con su propio pensamiento. Dos años después, él y su colega Josei
Toda fundaron la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad Educativa para la
Creación de Valores), antecesora de la Soka Gakkai y la SGI. Originalmente
conformada por un pequeño grupo de docentes dedicados a la reforma educativa,
la Soka Kyoiku Gakkai se fue convirtiendo gradualmente en una organización con
un gran número de miembros dedicados a la propagación del budismo. Todo partió
de la seguridad cada vez mayor de Makiguchi y de Toda de que la filosofía de
Nichiren –con su énfasis en la transformación de la sociedad a través de la
transformación del individuo— era el medio para lograr la reforma que habían
tratado de consolidar a través de la educación.
Segundo
Presidente de la Soka Gakkai, Sr. Josei Toda
Josei
Toda (1900-1958) fue un educador, editor y empresario quien, como segundo
presidente de la Soka Gakkai, reconstruyó dicha organización budista luego de
la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndola en un dinámico movimiento de base
civil.Nació en Hokkaido, una isla septentrional del Japón, y se mudó a Tokio
cuando tenía poco más de veinte años. En la capital, Toda encontró un puesto de
maestro en una escuela cuyo director era Tsunesaburo Makiguchi. El joven quedó
impresionado por la filosofía pedagógica de Makiguchi, quien pronto lo acogió
como su discípulo. En 1928, Toda siguió a Makiguchi en la decisión de aquel de
practicar el budismo de Nichiren. Más tarde, ambos fundaron la Soka Kyoiku
Gakkai, antecesora de la Soka Gakkai.
Actual
Presidente de la Soka Gakkai, Dr. Daisaku Ikeda
Daisaku
Ikeda nació en Tokio, el 2 de enero de 1928; fue el quinto hijo de una familia
de productores de algas marinas. Creció en una época en que el régimen
militarista del Japón estaba conduciendo a la nación inexorablemente hacia la
guerra. En 1937, año en que las fuertes hostilidades entre el Japón y la China
culminaron en la conflagración entre ambos países, el hermano mayor de Ikeda
fue enviado al frente de batalla, y luego, al tiempo, otro tanto sucedió con
tres hermanos más. Su hermano Kiichi pereció en la guerra, pero la manera en
que había expresado su disgusto ante el trato que los militares japoneses le
daban al pueblo chino se grabó de manera indeleble en el corazón de Ikeda.
Cuando
Ikeda era un joven adolescente en la década de 1940, el Japón entró en la
Segunda Guerra Mundial. Su hogar fue destruido dos veces por ataques aéreos, y
él sufrió personalmente la devastación de los bombardeos que arrasaron la
ciudad de Tokio, el 9 y el 10 de marzo de 1945, en los que perecieron cien mil
habitantes.
En
el caos del Japón de posguerra, Ikeda conoció a Josei Toda (1900-1958), líder
de la organización budista Soka Gakkai, quien se había opuesto a las políticas
del gobierno durante la época de la guerra y había sufrido persecuciones y dos
años de prisión como resultado. Josei Toda estaba dedicado a reconstruir la
Soka Gakkai, organización que él había fundado junto con el educador
Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944) en 1930, y que había resultado casi destruida
por el gobierno militarista durante la contienda. Josei Toda estaba convencido
de que la filosofía del budismo de Nichiren, que se centraba en el potencial de
cada ser humano, habría de ser la clave para alcanzar una transformación social
dentro del Japón.
Ikeda
ingresó en la Soka Gakkai en 1947. Se consagró por completo a apoyar a Josei
Toda y a su visión, y completó su propia educación bajo la tutela de aquel,
quien se convirtió en su mentor en la vida. Ikeda asistió a Toda cuando las
empresas de este colapsaron durante la guerra y más tarde desempeñó un papel
crucial en el monumental proceso de incrementar el número de miembros de la
Soka Gakkai de solo tres mil familias en 1951, a setecientas cincuenta mil en
1957.
En
mayo de 1960, dos años después de la muerte de Toda, Ikeda, de treinta y dos
años, lo sucedió en el cargo de presidente de la Soka Gakkai. Una de las
primeras iniciativas que tomó desde su nueva posición fue viajar a ultramar
para brindar aliento a los miembros de la Soka Gakkai que vivían en el
extranjero. En los Estados Unidos y en otros diversos países que visitó durante
los años siguientes, Ikeda estableció una estructura organizativa que alentó y
facilitó una interacción más frecuente entre los miembros. En los primeros años
de su presidencia, concretó viajes a América del Norte y del Sur; a Europa,
Asia, Oriente Medio y Oceanía, y en cada lugar estableció los cimientos de una
organización global que hoy cuenta con miembros en ciento noventa y dos países
y territorios.
Fue
también durante sus viajes al extranjero cuando comenzó a proyectar la
fundación de una serie de instituciones destinadas a la investigación
académica, el intercambio cultural y el estudio de la paz. Estas incluyen el
Instituto de Filosofía Oriental (1962), la Asociación de Conciertos Min-On
(1963), el Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio (1983), el Centro Ikeda para la
Paz, el Saber y el Diálogo (anteriormente, Instituto Bostoniano de
Investigación para el Siglo XXI, 1993) y el Instituto Toda de Investigación
sobre la Paz Global (1996).
Tanto
Josei Toda como el mentor de este, Tsunesaburo Makiguchi, fueron educadores que
se dedicaron a implementar la pedagogía de este último sobre la creación de
valor; y una de las iniciativas que tomó Ikeda fue establecer un sistema de
instituciones educativas que plasmaran los ideales de sus predecesores. La
fundación de las Escuelas Soka de Segunda Enseñanza Básica y Superior, en Tokio
en 1968, fue seguida por el establecimiento de la Universidad Soka, en 1971, y
de la Universidad Soka de los Estados Unidos, en 2001. La creación de esos
centros de aprendizaje, que están abiertas a todos y no ofrecen educación
religiosa, fue el primer gran paso dentro de una labor incesante destinada a
desarrollar un sistema de educación humanística, que Ikeda ha descrito como la
tarea culminante de su vida.
En
1955, Ikeda comenzó a escribir su novela en forma de serie, titulada La
revolución humana, en la que se detallan las luchas de su mentor, Josei Toda,
para reconstruir la Soka Gakkai, una vez liberado de la prisión, a fines de la
Segunda Guerra Mundial. La obra se inicia con una condena concisa y feroz a la
guerra y al militarismo, y presenta un contexto claro de los objetivos del
movimiento: “La guerra es atroz e inhumana. Nada es más cruel, nada es más
trágico”.
El
8 de septiembre de 1968, durante un discurso pronunciado ante unos veinte mil
miembros de la División de Estudiantes de la Soka Gakkai, Ikeda hizo un llamado
a la normalización de las relaciones diplomáticas sino-japonesas y delineó los
pasos hacia la concreción de ese objetivo. Por ese entonces, la China era aún
considerada una nación enemiga por mucha gente en Japón y se encontraba aislada
dentro de la comunidad internacional. La propuesta de Ikeda recibió duras
críticas, pero asimismo, atrajo la atención de quienes, tanto en la China como
en el Japón, estaban interesados en restaurar las relaciones entre ambos
países, como el primer ministro chino Chou Enlai.
Ikeda
comenzó sus diálogos con figuras de la política, durante la década de 1970. Fue
aquella una época de profunda tensión entre las superpotencias, lo que mantuvo
a toda la humanidad en vilo, bajo la amenaza de un exterminio nuclear. Durante
1974 y 1975, Ikeda visitó la China, la Unión Soviética y los Estados Unidos,
ocasiones en que se reunió con Chou Enlai; el primer ministro soviético Aleksey
Kosygin, y el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger,
respectivamente, en un esfuerzo por superar el punto muerto en que se hallaban
las relaciones y por abrir un canal de comunicación para prevenir el estallido
de una guerra.
Una
de las características distintivas de la filosofía de paz de Ikeda es su
compromiso con el diálogo. Él se ha reunido y ha intercambiado puntos de vista
con representantes de las esferas culturales, políticas, educativas y
artísticas de todo el mundo. Muchos de sus encuentros han sido publicados como
diálogos en colaboración, en que ambos interlocutores buscan un terreno en
común sobre diversos temas: historia, economía, paz, astronomía y medicina, por
mencionar solo algunos. Entre las personas con quienes Ikeda ha publicado esos
diálogos se encuentran el historiador británico Arnold Toynbee; el ex
presidente soviético, Mijail Gorbachov; el teólogo Harvey J. Cox; la futuróloga
Hazel Henderson; el activista brasileño de los derechos humanos Austregésilo de
Athayde; el literato chino Jin Yong y el líder musulmán indonesio Abdurrahman
Wahid.
Las
actividades de Ikeda durante la década de 1970 son la prueba de que su visión
sobre el papel que juega el budismo de Nichiren dentro de la sociedad –la
importancia que esa filosofía otorga a la felicidad de las personas— no se
limita a un estrecho sentido de religiosidad. Para Ikeda, el budismo de
Nichiren es la base filosófica de un compromiso activo con los desafíos
globales del mundo de hoy.
El
26 de enero de 1975, los representantes de la Soka Gakkai de cincuenta y un
países y territorios se reunieron en la isla de Guam, donde se estableció la
Soka Gakkai Internacional (SGI), con Ikeda como presidente fundador. Guam,
escenario de uno de los combates más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial,
fue elegida simbólicamente como el sitio de esa reunión, que iniciaría un nuevo
movimiento por la paz.
Desde
entonces, la SGI ha desplegado una amplia red global, con organizaciones de la
SGI que han adquirido su personería jurídica en noventa y tres países y
territorios. Además de enseñar la práctica y la filosofía del budismo de
Nichiren, las organizaciones locales de la SGI promueven las causas de la paz,
la cultura y la educación en sus respectivas sociedades; y, a escala global, la
organización ha desarrollado exhibiciones públicas internacionales sobre temas
como la creación de una cultura de paz, la abolición nuclear, el desarrollo
sostenible y los derechos humanos.
En
1983, Ikeda comenzó a escribir propuestas de paz, que ha seguido publicando
anualmente en el aniversario de la fundación de la SGI, el 26 de enero. Dichas
propuestas ofrecen una perspectiva sobre diversas cuestiones de importancia
primordial para la humanidad, y sugieren soluciones y respuestas sobre la base
de la filosofía budista. Entre los asuntos prioritarios que se abordan en
ellas, se cuentan iniciativas para fortalecer las Naciones Unidas y para
incentivar la participación de la sociedad civil, que Ikeda considera esencial
para el establecimiento de un mundo en paz. Las propuestas ilustran a menudo la
importancia crucial del diálogo, como medio para superar el estancamiento de
graves cuestiones globales.
Además
de su propia experiencia en épocas de guerra, el punto de partida de las
actividades de Ikeda en bien de la paz fue la declaración por la abolición de
las armas nucleares realizada por Josei Toda en 1957, un año antes de su
muerte. Toda denunció que dichas armas eran la encarnación del mal absoluto y
enfatizó que su empleo debía ser condenado, no desde el punto de vista de la
ideología, la nacionalidad o la identidad étnica, sino desde la dimensión
universal de la humanidad y del derecho inalienable a la vida de todas las
personas. Ikeda se ha dedicado sin descanso a propagar ese mensaje alrededor
del globo, despertando la conciencia pública y construyendo un movimiento
popular dedicado a la abolición de esas armas absolutamente inhumanas.
En
1974, Ikeda aceptó una invitación para dictar una conferencia en la Universidad
de California, Los Ángeles. Al año siguiente, dio una conferencia en la
Universidad Estatal de Moscú, titulada “Una nueva ruta hacia el intercambio
cultural entre Oriente y Occidente”. En la misma ocasión, aceptó un doctorado
honorario conferido por esa casa de estudios superiores. Tales hechos señalaron
el comienzo de un reconocimiento internacional cada vez mayor por las
contribuciones de Ikeda a los intercambios culturales y a la promoción de la
educación y de la paz. Durante las décadas de 1980 y de 1990, Ikeda fue
invitado brindar conferencias en unas treinta universidades de Asia, América y
Europa. Sus disertaciones sobre temas como la educación, el intercambio cultural
y la paz están sustentadas en la perspectiva budista y toman siempre en
consideración el particular contexto cultural, intelectual e histórico del país
en que se llevan a cabo. Hasta la fecha, Ikeda ha sido distinguido con unos
trescientos doctorados y profesorados honorarios, otorgados por instituciones
de todo el orbe. Sus escritos sobre la paz se emplean regularmente en carreras
de nivel universitario, en países tan diversos como la Argentina y los Estados
Unidos. Más de veinte institutos de investigación académica se dedican al
estudio de su filosofía.
El
principio fundamental del pensamiento de Ikeda es la dignidad suprema de la
vida, un valor que él considera la clave para una paz perdurable y para la
felicidad del género humano. En su visión, la paz global reside esencialmente
en la transformación consciente que cada individuo emprende en lo profundo de
su vida y no depende solamente de las reformas sociales o estructurales. Si
bien ese puede parecer un largo camino que recorrer, él tiene la convicción de
que tal es el único modo de construir una cultura de paz imperecedera.
Esa
idea se expresa de manera más sucinta en un pasaje de su obra más conocida, La
revolución humana, que relata de manera novelizada la historia y los ideales de
la Soka Gakkai: “Una gran revolución en el interior de un solo individuo
puede contribuir a lograr un cambio en el destino de una nación, y más aun, un
cambio en el destino de toda la humanidad”.